Volvi̤ a ver por la ventana. Una joven lo miraba fijamente. Parec̕a tener unos diez a̜os, ciertamente no pod̕a ser mayor que eso. Su rostro era p̀lido y sus ojos ojerosos. Calvin salud̤ y sonri̤. Ella se sent̤ all̕, frente a Calvin pero sin devolverle el saludo. Dej̤ la sonrisa de lado y se volte̤. Sus ojos, sin embargo, nuevamente volvieron a mirar a la chica. Ella continuaba mirǹdolo. Sus ojos ocultaban toda intenci̤n. Estaba quieta como estatua. Calvin dej̤ de mirar a la nią y disimul̤. La chica lo estaba asustando y ľ no pod̕a adaptarse al extra̜o ambiente que causaba aquella pequeą espectadora. Incluso con comida y un gu̕a para salir de la situaci̤n que se aproximaba, Calvin se estremeci̤ de miedo. Pens̤ en la esposa de Lot, pero de todos modos volvi̤ a mirar. Su cabeza se movi̤ como si movieran dedos invisibles movieran su ment̤n. La nią ya no estaba sola en su vigilia. Calvin ten̕a una audiencia macabra ahora, una docena o ms̀ de ojos lo observaban a travš de la ventana. Calvin not̤ que en su entrada un extra̜o mont̤n de adolescentes se cern̕a sobre la sombr̕a nią. Sus inexpresivos y grises rostros lo observaban en silencio. Brillaban con la luz fluorescente. La multitud parec̕a el reflejo de una turba. Carec̕an de color, eran fantasmas atrapados entre la carne fr̕a y sin sangre. Era demasiado para Calvin. El deseo de huir lo abrum̤. Ya era hora de despedirse de esa locura

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